El trágico
accidente de tres montañeros españoles
en el Atlas marroquí que se ha saldado con la lamentable muerte de dos
de ellos, ha levantado una polvareda mediática sobre el asunto: acusaciones de
asesinato, escasez de recursos, rescate chapucero, descoordinación, falta de
colaboración de las autoridades españolas, etc., etc. Un par de semanas después del
suceso analizamos los hechos y las reacciones producidas sin el apasionamiento
de los primeros momentos.
Aprovechando
la semana santa un grupo de nueve españoles salieron de Sevilla hacia Marruecos
a finales de marzo para disfrutar de unas vacaciones que incluían la práctica
de deportes de riesgo. Se separaron en dos grupos siguiendo rutas distintas
quedando en reencontrarse el martes 31 de marzo. Los tres espeleólogos, Juan
Bolívar, Gustavo Virúes y José Antonio Martínez se dirigieron por la cordillera
del Atlas junto a un guía.
Llegado el
martes, compareció tan solo el guía al lugar de la cita, la localidad de Taghrafet, por razones que se ignoran y el miércoles, 1 de abril, los
españoles denunciaron a las autoridades de Marruecos la desaparición de sus
compañeros notificándolo también al Consulado español en Casablanca. Al
parecer, de forma inmediata las fuerzas de seguridad marroquíes iniciaron la
búsqueda de los desaparecidos.
El jueves 2
y el viernes 3 de abril, la niebla existente limitó las actividades de búsqueda
con helicópteros.
El sábado 4
de abril, por la mañana fueron encontrados en un acantilado en Uarzazate cuando
Gustavo Virúes ya se encontraba muerto desde el momento del accidente. Las características del
terreno no permitían el aterrizaje que se hubo de realizar a una hora de
camino, aproximadamente (según fuentes del Ministerio del Interior). Al llegar
al acantilado donde estaban los espeleólogos, se encontraron con un desnivel de
200 metros y la nieve y el estado en que se encontraban los españoles retrasó
la operación de rescate hasta el domingo 5 de abril.
Los
rescatadores marroquíes emplearon más de 24 horas para poner a salvo a Juan
Bolívar, único superviviente, quién colaboró en su propio rescate, y fue
atendido y trasladado al hospital.
El domingo
5 de abril, se informó que José Antonio Martínez había fallecido el sábado por
la gravedad de sus heridas (fractura en una pierna y contusión en la cabeza).
Las
autoridades españolas ofrecieron colaboración y apoyo a los marroquíes desde el
miércoles día 1 de abril, pero no recibieron su autorización hasta el domingo
cuando ya no había nada que hacer, más que rescatar los cuerpos de los dos fallecidos,
lo que se hizo el lunes entre los dos equipos.
Hasta aquí,
más o menos, los hechos ocurridos de forma sintética. Y a partir del regreso a
España del montañero superviviente y de sus declaraciones y las de los
familiares de los fallecidos es cuando surgen las críticas y los reproches y el
debate sobre el comportamiento de las autoridades españolas y marroquís y sobre
la tardanza de los servicios de rescate y sus carencias, tachando el rescate de
chapucero. Por su parte, las Autoridades de Marruecos han acusado a los
españoles de imprudentes.
Hemos de
lamentar, por supuesto, los hechos, que acaban con dos víctimas mortales y desear
que nunca vuelvan a ocurrir, lo que nos debe llevar a reflexionar sobre lo
ocurrido.
Declaraciones del superviviente
Según las
propias declaraciones del superviviente Juan Bolívar, cuando ascendían a pie
por un cañón se encontraron con una catarata, viéndose obligados a realizar una
pequeña escalada y que debido al ruido de la catarata no se entendieron en las
instrucciones sobre las cuerdas por lo que se produjo el accidente cayendo sus
dos compañeros, quedando uno muerto y otro herido.
Cuenta que
cuando le lanzan una camilla para que ate a su compañero reconoce que no sabe hacer
eso y dice: "no he puesto una camilla en mi vida”, por lo que bajó un miembro
de la gendarmería que ató la camilla con José Antonio Martínez y la puso en un
lugar en que rescatador y rescatado se precipitaron bajo la catarata. El miembro
de la gendarmería marroquí se puso a salvo y dejó a José Antonio en el cauce de
agua con la cabeza fuera del agua donde finalmente falleció. La autopsia realizada
en Granada ha descartado que la causa de la muerte fuese la caída, por lo quedan
abiertas las posibilidades de que falleciese por ahogamiento o por hipotermia.
No puedo
dudar de la buena voluntad y disposición de los miembros del equipo de salvamento,
que seguro que intentaron hacerlo lo mejor posible con los medios y formación
de que disponían, pero todo parece indicar que los medios para el salvamento eran
inadecuados y que el rescate, con los conceptos que manejamos en nuestros país,
puede ser calificado como “chapuza”.
Algunas preguntas
Según
varias informaciones los españoles eran montañeros experimentados pero me pregunto
si ese calificativo implicaba una alta capacitación para la práctica segura de
deportes de riesgo.
Dando por
ciertas las explicaciones del superviviente, de que no se entendieron en el
manejo de las cuerdas de escalada en las condiciones de ruido en las que lo realizaron,
me pregunto si estaban suficientemente preparados para garantizar su propia
seguridad en las condiciones en las que se veían obligados a realizar la escalada.
¿A la vista de sus problemas de
comunicación, no habría sido lo prudente intentar la escalada en otro lugar
donde pudieran entenderse?
También me
pregunto ¿dónde otorgan el título de “experto montañero” o espeleólogo a
personas que nunca han realizado una práctica de rescate o auto-salvamento en
que hayan tenido que aprender a atar y asegurar una camilla con un herido?.
Otras
preguntas que me hago son:
- ¿Por qué el Estado español en este caso ha
roto su protocolo de no intervención en rescates en otros países?
- ¿Ha sido porque dos de los españoles eran del
Cuerpo Nacional de Policía y uno de ellos Inspector jefe?
- ¿Supone esto que en sucesivos accidentes de
españoles en el extranjero se irá en su rescate aunque no pertenezcan a las
Fuerzas de Seguridad del Estado?
- ¿Por qué van los GEO si no son un cuerpo de rescate?
- ¿Es corporativismo que para rescatar policías se movilicen policías?
Acusaciones a los gobiernos
Las acusaciones
de que el gobierno español no ha hecho nada, no son ciertas. El Ministerio de
Asuntos exteriores quiso intervenir desde el primer momento y con medios del
Ministerio del Interior: Guardia Civil y GEO. Al menos en este caso al gobierno
no se le puede acusar de inacción.
Y aquí cabe
otra gran pregunta. ¿Tiene el Gobierno obligación de intervenir en los rescates
en el extranjero? Lo habitual es que no lo haga; de la
misma manera que cuando el accidente le ocurre en España a un ciudadano francés
o inglés, no vienen los franceses ni los británicos a realizarlo. Recomiendo la
lectura del artículo de Ignacio Escobar director del diario.es “¿Hay espeleólogos de segunda categoría?”.
En cuanto a
las acusaciones a Marruecos, por no permitir la intervención española, se ha de
tener presente que cada país es soberano para organizar sus servicios públicos
y Marruecos actuó de la misma manera que habría actuado el Gobierno español si
el accidente lo hubiesen tenido unos marroquíes en España. Incluso, cedió a la
presión española permitiendo la intervención de las fuerzas policiales
españolas en territorio marroquí, lamentablemente, cuando ya era tarde para
salvar a los dos fallecidos.
La responsabilidad del accidente
Todos los aventureros deben saber que la responsabilidad de un viaje es de
la persona o personas que lo realizan, y en el caso de los deportes de riesgo todos
los peligros y sus consecuencias son asumidos de forma voluntaria y han de ser
evaluados de forma previa al viaje con una planificación y considerando todos
las contingencias posibles, es decir todo lo que puede salir mal. En primer
lugar para estar seguros que aceptamos esos riesgos y que a pesar de ellos
queremos realizar esa actividad y en segundo lugar para saber minorarlos y saber
qué hacer cuando ocurra cada contingencia analizada.
Cuando se va a otros países con un nivel de desarrollo de sus servicios
públicos inferior al nuestro se ha de ser consciente que no podemos esperar las
mismas reacciones, ni los mismos medios, ni la misma preparación para
ayudarnos. También se ha de ser consciente de los enormes costes que puede
suponer un accidente en algunos países con un rescate, una hospitalización y
una repatriación, que podrían ser superiores a los 50.000€. Esto puede ser cubierto
mediante la contratación de un seguro, pero la pérdida de la vida como se sabe
es irremediable.
Tomando
como referencia los incendios, sabemos que la atribución de responsabilidades por
los daños de los incendios ha sido sometida a muchos juicios penales. Después
de unos cuantos fallos judiciales podemos obtener la conclusión de que el
bombero nunca puede ser el principal responsable de los daños del incendio por
no apagarlo bien o no impedir su propagación, o por no adoptar las medidas óptimas.
El culpable de los incendios es el que los origina de forma intencionada, o por
descuido o por negligencia, pero no el bombero. Lo mismo sirve para otros
accidentes.
¿Conclusión?
Puede ser
comprensible la rabia de quienes han perdido un ser querido y que en un
arrebato quieran culpabilizar a cualquiera del fatídico resultado del accidente.
Siempre son de lamentar las víctimas que se producen por los accidentes, pero me
parece muy injusto culpar a los rescatadores.
Ojalá, lo ocurrido
pueda servir de lección a todos y ayude a evitar otras muertes en el futuro.
Fecha de publicación, 14 de abril de 2015