martes, 16 de diciembre de 2014

Seguridad contra incendios en hoteles

Supongo que todos nosotros cuando viajamos aprovechamos la ocasión para observar hechos y aspectos relacionados con nuestra profesión. Los miembros de los servicios de bomberos y los profesionales de la prevención y protección contra incendios no somos ajenos a este fenómeno.
 
La semana pasada estuve unos días en la isla de Tenerife. Me alojé en el Hotel Sol Tenerife en Playa de las Américas en el municipio de Arona. No voy a hablar de mis vacaciones ni de las deficiencias de los hoteles de cuatro estrellas en Canarias, sino de un hecho relacionado con la protección contra incendios que observé en dicho hotel.

Como puede verse en la fotografía que ilustra la cabecera de esta entrada del blog, el detector de incendios se encuentra  situado en el techo junto al armario. Y no quiero decir cerca del armario, sino literalmente junto al armario, a menos de un centímetro de este, contraviniendo no solo la normativa de PCI sino las más básicas y elementales buenas prácticas que cualquier instalador de protección contra incendios debe conocer (al menos 10 cm de separación de la pared). No se me ocurre un fallo más burdo en detección de incendios; es como si el fontanero hubiese montado el grifo de agua lejos del lavabo. Este detector así colocado no solo denota la torpeza e ignorancia de quién lo instaló sino que pone de manifiesto una gran cadena de fallos en materia de protección contra incendios en esa comunidad, en esa isla y en ese municipio.

Como el hotel es bastante antiguo, creo del año 1979, cuando en España no existía ninguna legislación de protección contra incendios, es de suponer que en alguna reforma del mismo se ha instalado la detección de incendios y ha debido ser en ese momento en el que se ha cometido el error. Este fallo tan flagrante ha dejado en evidencia al arquitecto director de la obra de reforma del hotel, al aparejador, a la empresa instaladora del sistema de detección, al ingeniero que diseño el proyecto de instalación y lo firmó, al empleado que colocó con sus manos el detector,  a los servicios de inspección del departamento de Industria de la Comunidad Autónoma, al Gabinete de Seguridad e Higiene del Gobierno de Canarias que en virtud de un cambalache técnico-jurídico-político se hizo con esta competencia de seguridad hotelera (aunque en realidad pertenece a los Cabildos), al Consorcio de bomberos de Tenerife, que ha desmantelado su departamento de prevención de incendios y que probablemente no ha inspeccionado dicho hotel, al servicio municipal responsable de la concesión de la licencia, que aceptó como bueno el proyecto sin inspeccionar la instalación “in situ”, y naturalmente al responsable de instalaciones protección contra incendios (si es que existe) o de seguridad (suele ser un policía con escasos conocimientos de PCI) de la cadena hotelera que lo explota, por no haber hecho su tarea. Y también deja en mal lugar al director del hotel y al jefe de mantenimiento del mismo.

Las Islas Canarias es uno de los principales destinos para el turismo europeo de calidad y emblemático para la industria turística española y este mal ejemplo dice bien poco de la calidad de la protección contra incendios en España y de las autoridades canarias competentes.

Hay quien puede pensar que no es para tanto, que fallos así se ven continuamente y esto es cierto. De hecho, la revista Prevención de incendios de APTB, nos sorprende cada número con una imagen de este tipo en su sección “Chapuzas de la PCI”, pero, lo que me ha llamado la atención es verlo en un hotel de cuatro estrellas del grupo Sol Meliá que es una de la principales cadenas hoteleras del mundo, la primera en hoteles vacacionales y lider mundial en Sudamérica y en el Caribe. Una anécdota de estas características la hace merecedora de  estar clasificada entre las últimas, en materia de seguridad contra incendios. Ya sé que no todos los hoteles ni algunas de las ocho marcas del grupo Sol Meliá en su puerta (Tryp, Sol, Meliá, ME, etc.) son propiedad del grupo y que se gestionan en virtud de distintos acuerdos de explotación, pero antes de poner su prestigioso nombre habrían de cuidar estos detalles. Para ello deberían contar en su plantilla con auténticos expertos de protección contra incendios que vigilasen e inspeccionasen de verdad y con regularidad los cientos de hoteles de la cadena para detectar los más leves fallos de seguridad contra incendios.

Los que nos dedicamos a esto de la prevención de incendios ya conocemos que los hosteleros españoles nunca han destacado por su sensibilidad en los asuntos de los incendios. De hecho gran parte de la mejora de la seguridad contra incendios en los hoteles españoles ha sido gracias a las presiones y exigencias de los grandes turoperadores europeos. Cuando la APTB ha organizado las Jornadas Internacionales de Seguridad contra Incendios en Hoteles SEGURHOTEL (Palma de Mallorca -1994-, Gran Canaria -2002-, Valencia -2006- y Mallorca-2010-) lo que más costó fue conseguir la colaboración de las grandes empresas hoteleras, y la representación del gremio hotelero fue escasísima entre los asistentes, como si fuese un tema que no les interesaba. En las últimas Jornadas de Mallorca en octubre de 2010 la patronal hotelera balear puso numerosas trabas para que no se celebrase, adhiriéndose a última hora a la vista del apoyo institucional con que contaban las jornadas, aunque declinaron presentar una ponencia para exponer sus puntos de vista. Sabemos bien que la Administración Turística del Estado –que de incendios sabe poco o nada- se opone continuamente a nuevas regulaciones europeas de seguridad contra incendios en hoteles y en Bruselas votan en contra de estas iniciativas. ¡Qué lástima! Siendo España una potencia mundial en Turismo debería ser también lider en la protección contra incendios de los establecimientos turísticos. Otra oportunidad perdida para la Marca España.

En cualquier caso, no tiene justificación que nadie haya visto este fallo antes que yo, que pasaba por allí por casualidad.

Publicado el 16 de dicembre de 2014

viernes, 28 de noviembre de 2014

Formación Profesional en los Servicios de Bomberos (II)


Habiendo establecido en la parte (I) de este artículo la realidad de que se han incorporado al menos 600 nuevos bomberos cada año, en los últimos 20 años, veamos cómo se va a hacer frente en España a la formación profesional del bombero.

Partiendo de los datos aportados en la primera parte de este artículo estimo que en el año 2014 debemos rondar aproximadamente los 25.000 bomberos asalariados en España. Pues bien, si tan solo hubiese que atender a la regeneración vegetativa, con una estimación de una vida laboral media del bombero de unos 33 años de trabajo, se necesitarían 750 bomberos/año repartidos por todo el país, que deberían formarse de una manera homogénea. Podríamos suponer que debido a la actual crisis no se vayan a producir incrementos de las plantillas existentes, pero los servicios de bomberos españoles no han terminado su expansión, pues hay todavía amplias zonas del territorio que apenas tienen parques de bomberos y apenas cuentan con bomberos asalariados o todavía tienen muy pocos efectivos, por lo que en algunas zonas en España tienen que dotarse necesariamente con nuevos bomberos ya que actualmente tienen pocos. Así pues, estoy seguro que, como se apuntaba en la entrada anterior, el mercado laboral público y privado va a mantener una demanda superior a los 1.000 bomberos anuales.

Tengamos presente que la tendencia actual en Europa es el desarrollo de la figura del bombero profesional localizado (con un contrato laboral a tiempo parcial) que en los países de la Unión Europea supone un número tres veces superior al de los bomberos asalariados de presencia permanente (tiempo completo), y consideremos que también puedan ser implantados en España, teniendo en cuenta que estos bomberos localizados son muchos más. También deberíamos pensar que los bomberos voluntarios han de tener una formación igual o similar que los bomberos remunerados en algunos campos de la actividad que realizan. Así que hemos de considerar que en un horizonte a medio plazo va a ser necesario formar a muchos más bomberos que hasta ahora. Si estas previsiones se hacen realidad, aunque sea de forma gradual, se necesitará impartir formación a más de 1.500 bomberos por año. ¿Cómo se hará esto?

La formación profesional convencional de bombero
Aunque la profesión de bombero en España es antigua, no ha existido una nunca una formación profesional reglada. Se ha seguido un sistema “sui generis” de reclutamiento del bombero en el que el empleador, o sea la administración, contrataba a personas que no sabían la profesión y posteriormente les formaban en el oficio retribuyéndoles como si ya fuesen profesionales durante el periodo de aprendizaje. Como se ha mencionado anteriormente este sistema de formación tan solo está al alcance de las grandes administraciones, resultando que en los pequeños servicios de bomberos es imposible formar adecuadamente a sus “profesionales”. Evidentemente este sistema resulta más caro e ineficiente para la administración que si se contrata a un electricista al que se le exige previamente que haya cursado los estudios de formación profesional en electricidad que le acrediten como electricista.

Esta fórmula al margen del modelo nacional de educación en formación profesional puede que esté próximo a su fin. Lo lógico es que toda la formación profesional en España dependa del Ministerio de educación.

Otras salidas profesionales. El bombero en el ámbito privado
Además de la salida convencional como bombero que hasta ahora casi se limita a los puestos de bomberos dependientes de la administración habría que considerar las otras salidas profesionales que pueden ser tantas o más que las del sector público. 

La profesión de bombero será muy valorada y aceptada en el sector industrial en puestos de:
  • Bomberos de industrias y empresas privadas
o    Polígonos industriales
o    Industria química y farmacéutica
o    Petroquímicas
o    Centrales nucleares
o    Puertos y Aeropuertos
o    Túneles y grandes Infraestructuras
o    Etc.

  • Celadores
  • Vigilantes nocturnos
  • Trabajadores de las empresas de protección contra incendios
  • Trabajadores mantenedores de Instalaciones PCI
  • Empresas instaladoras recargadoras y mantenedoras de extintores
  • Empresas consultoras dedicadas a la elaboración de planes de emergencias

El modelo español de Formación Profesional
Desde hace años a través del INCUAL -Instituto Nacional de Cualificaciones- del Ministerio de Educación, España se ha dotado de un Sistema Nacional de Cualificaciones y Formación Profesional con el objetivo principal de capacitar a los trabajadores para el ejercicio profesional. Para ello se ha ido elaborando el Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales, de estructura modular, que incluye el contenido de la formación profesional asociada a cada cualificación, agrupadas por familias profesionales.

Una Cualificación profesional es el conjunto de competencias (conocimientos y capacidades) válidas para el ejercicio de una actividad laboral que puede adquirirse a través de la formación o la experiencia en el trabajo. El establecimiento de una Cualificación supone un gran avance; la normalización de unos objetivos, el diseño de unas unidades de competencia y la definición de unos módulos formativos con el tiempo requerido para cada módulo, las capacidades que se han de adquirir, los contenidos, los requisitos de los espacios e instalaciones y el perfil del formador.

Todo un logro para homogeneizar la formación en España, si es que la cualificación está bien definida.

Dentro del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales encontramos la familia profesional “Seguridad y Medio Ambiente” que recoge las cualificaciones que vemos en la tabla adjunta elaborada por María Vara de la Escuela Nacional de Protección Civil.

Aunque según alardean desde el INCUAL uno de sus objetivos prioritarios es el de capacitar a los trabajadores para el ejercicio profesional, en la tabla no aparece por ninguna parte la cualificación de Bombero, así que podemos afirmar que todos los trabajos realizados por este organismo en relación con la profesión de bombero han sido un despropósito y no sirven para satisfacer las necesidades actuales de formación para el mercado laboral. Las funciones que realmente desempeña el bombero actual en España no se recogen en una única de las cualificaciones del cuadro, por lo que no va a poder implantarse fácilmente en la actual realidad del mercado de trabajo español, para dicha profesión.

La Cualificación de bombero o lo que es lo mismo, de un profesional de la protección contra incendios y las emergencias debería abarcar varias de las cualificaciones profesionales que aparecen en el cuadro de Cualificaciones Profesionales en el Ámbito de la Seguridad y Prevención. Un bombero de verdad debe tener destrezas y habilidades en el ámbito de la extinción de incendios y salvamento (SEA 129_2), en la prevención de incendios (SEA534_2), en la extinción de incendios forestales (SEA_595_2) y también debería dominar las técnicas de socorrismo y primeros auxilios de asistencia sanitaria (El INCUAL no ha tenido en cuenta el entorno profesional del bombero en la Unión Europea en el que los servicios de bomberos de varios países han integrado entre sus funciones la emergencia extra-hospitalaria de emergencia proporcionando así una mayor ocupación y eficiencia a sus servicios de bomberos y un gran ahorro del gasto público).

Así pues, podemos concluir que no es que esté mal hecha la cualificación profesional de “bombero”; es que no se ha hecho.

(En la tercera parte de este artículo expondré las posibles causas de esta chapuza y las posibilidades de enmienda)

Publicado el 28 de noviembre de 2014


lunes, 17 de noviembre de 2014

Día del Fuego

Con este expresivo nombre, Tecnifuego-Aespi, la asociación española de empresas de protección contra incendios va celebrando en distintas ciudades españolas una jornada de exposición y debate de distintos asuntos relacionados con la protección contra incendios.
 
El pasado jueves, día 13 de noviembre se celebró en jornada de mañana el “Suaren Eguna” -Día del Fuego- en Bilbao. La ponencia estelar corría a cargo de Pedro Izaga, titular de la Subdirección de Protección civil del Área de seguridad del Ayuntamiento de Bilbao, que expuso de forma amena las “Políticas y estrategias municipales en prevención de incendios” analizando las distintas posibilidades de ofrecer a los ciudadanos el servicio de prevención de incendios y mostrando la realidad de la siniestralidad en el término municipal de Bilbao. Ilustró a los asistentes con muchos datos y gráficos con los que se evidenció la actual tendencia a la baja del número de incendios en la última década. El resto de los ponentes, todos ellos de empresas de Tecnifuego–Aespi abordaron temas de importancia recurrente para esta asociación como el mantenimiento de instalaciones, la protección pasiva y la detección de incendios en viviendas, tan de actualidad en este último año.
 
En definitiva, una atractiva jornada de interés para todos los profesionales de protección contra incendios para el área metropolitana de Bilbao y las ciudades de alrededor. Sin embargo, y es esto sobre lo que quiero llamar la atención, se superó por poco el número de los 40 asistentes simultáneos. Muy poca concurrencia para una jornada de inscripción gratuita en el maravilloso salón de actos de la Biblioteca de Bidebarrieta en el casco viejo bilbaíno, en el centro de Bilbao muy bien comunicado con trasporte público, con aparcamiento en la proximidad y de fácil acceso peatonal.
 
¿A qué se debe esta falta de interés de los profesionales de la PCI? Quizás la respuesta a esta pregunta nos diese para una tesis doctoral, pero sin pretender realizar una análisis demasiado profundo voy a apuntar algunas de las posibles causas.
1.       La primera, es que creo que el sector de la protección contra incendios no es un sector “muy profesional” en especial el subsector de los instaladores y mantenedores de protección contra incendios. Aunque haya grandes profesionales en el sector, esto es indudable, creo que son la excepción a la norma general. Muchos de los empresarios y técnicos de estas empresas que se dedican al mantenimiento de las instalaciones de PCI podrían mantener instalaciones frigoríficas o lavadoras con el mismo poco entusiasmo la seguridad y la calidad. Muchos de estos empresarios de PCI nunca han hablado con el jefe de Bomberos de su ciudad, ni le conocen. Un dato que conozco y que puedo compartir, es que de las aproximadamente 1.000 empresas que hay en España relacionadas con la instalación y mantenimiento de equipos de PCI, apenas 50 eran suscriptoras de la revista técnica especializada “Prevención de Incendios”, editada por la APTB, lo que denota la poca tecnificación (profesionalidad) de estas empresas o lo que es lo mismo, el escaso interés que suscita la información técnica en la que adquirir conocimientos relativos a la profesión o mantenerse al día sobre lo que ocurre en el sector. Así pues, poco debe sorprendernos la poca asistencia a esta jornada.
2.       La segunda, es que los temas que se tratan habitualmente en estas jornadas pierden “fuelle”. Hace mucho tiempo que no hay demasiadas novedades en la legislación y normativa de PCI, que siempre son un buen reclamo en las jornadas divulgativas y tampoco se producen demasiadas innovaciones tecnológicas en PCI, que por otra parte son transmitidas de forma directa e inmediata por los fabricantes a los clientes y usuarios, en cuanto aparecen en el mercado. Así que algunos pueden tener la impresión, en su ignorancia, de que  que ya se lo saben todo y que asistir a la jornada es una pérdida de tiempo y no les aporta nada nuevo.
3.       La tercera, es el protagonismo que gustan de asumir los organizadores. En Bilbao, al primer día del Fuego celebrado hace cuatro años asistieron casi 200 personas, hace tres años 140, hace dos, casi 100, el año pasado sobre 60, y este año 40. Aunque estas cifras son una estimación se ve claramente la tendencia. Es el momento de unir fuerzas para convocar eventos de este tipo. Pienso que si se hubiese co-organizado esta jornada en colaboración con otras asociaciones nacionales y otras entidades regionales se haría podido obtener una mayor difusión de la celebración de la misma y la convocatoria habría producido una asistencia de más del doble de profesionales. Estoy seguro de ello.
 
Claro que… seguro que hay otras causas…

 Publicado el 17 de noviembre de 2014

viernes, 7 de noviembre de 2014

Formación Profesional en los Servicios de Bomberos (I)

Estamos acostumbrados a que cuando comparece el responsable político de una administración titular de un servicio de bomberos, ya sea el Alcalde o Alcaldesa o concejal de la ciudad o el diputado provincial, se ensalce la profesionalidad de los miembros de dicho cuerpo e incluso se alardee de tener “los mejores bomberos” el “mejor parque de bomberos de Europa” o el “mejor servicio del mundo”.

Os aseguro que yo he oído todas estas frases, y alguna más. Sin pretender descalificar a nadie, quiero advertir que los políticos que suelen pronunciar estas exageradas afirmaciones carecen de los conocimientos adecuados para realizar tales análisis comparativos y concluir que su servicio o sus miembros son mejores que otros, que generalmente desconocen, y que por lo tanto no han de ser tomadas en serio, ya que sus declaraciones presentan un tono demagógico, o sea que su pretensión es atribuir méritos a su gestión, quedar bien ante quienes les escuchan y ganar seguidores o adeptos. Dicho esto, veamos cuales serían los requisitos para poder elogiar la profesionalidad de los miembros del servicio de bomberos.

Con carácter general, podemos afirmar que para obtener buenos profesionales en cualquier disciplina hace falta una FORMACIÓN PROFESIONAL y esta consta de varios requisitos. A saber: un buen sistema selectivo o de reclutamiento, un excelente programa de formación, un cualificado personal docente en la parte teórica y unos experimentados instructores para la formación práctica. Además necesitaríamos unas adecuadas instalaciones, buenos equipos y herramientas y un razonable periodo de formación y otro de prácticas. Por supuesto, hay otros estímulos que influyen: como una buena motivación y unas satisfactorias condiciones sociales y salariales. Sabiendo esto: ¿Es así como se incorporan los bomberos profesionales a los servicios de bomberos españoles?, ¿Se cumple este proceso con esos requerimientos?, ¿Disponemos en España de las imprescindibles escuelas para formar a los miembros de los servicios de bomberos?

Cuántos bomberos hay que formar
En una entrada anterior ya expuse la evolución del número de bomberos es España y la comparación con el número de bomberos en Europa. Los últimos datos estadísticos sobre la plantilla de los servicios de bomberos datan de la encuesta realizada por la APTB con datos de 31 de Diciembre de 2010. Las anteriores estadísticas sobre el número de miembros de los servicios de bomberos en España procedían de la APTB en 2005 y de la Dirección General de Protección Civil en 1993.

En la siguiente tabla se comparan los datos de dichas estadísticas:
Cuerpos de Bomberos
1993
2005
Incremento sobre 1993
2010
Incremento sobre 2005
Total Miembros de Bomberos
17.957
25.564
42,3%
30.548
19,5%
Profesionales Públicos
12.948
20.143
55,6%
22.841
13,4%
Profesionales Aeropuertos
1.148
1.420
23,7%
1.500
5,6%
Profesionales Industriales
163
253
55,2%
1.204
375%
Bomberos Voluntarios
3.244
3.818
17,7%
5.003
31%

Fijándonos solamente en el crecimiento de los bomberos profesionales públicos, se ve fácilmente que en 17 años (desde 1993 hasta 2010) se ha incrementado el número de bomberos profesionales públicos en 10.000 bomberos, es decir, que se han incorporado más de 500 nuevos bomberos al año, sin tener en cuenta la renovación de las bajas vegetativas (fallecimientos, jubilaciones, bajas, excedencias, etc.) que se hayan producido en este periodo. También se ha producido la incorporación de más de 300 bomberos en AENA. Pero, además, en las dos últimas décadas se han creado más de 2.000 puestos de trabajo en el sector privado de incendios, en las empresas instaladoras y mantenedoras de protección contra incendios. Se puede estimar que entre unas cosas y otras se han demandado unos 800 bomberos profesionales al año. Si contásemos los bomberos forestales contratados por las CCAA y por la empresa pública TRAGSA la realidad es que se ha superado con mucho la creación de 1.000 puestos de trabajo anuales de profesionales de la protección contra incendios.

No hay que ser muy listo para darse cuenta que con estas cifras podrían estar en funcionamiento una decena de escuelas de bomberos repartidas por toda la geografía nacional de la que podrían salir 100 bomberos anuales en cada una.

¿Dónde se adquiere actualmente la formación para ser bombero?
Y si estas escuelas no existen, ¿dónde se forman los nuevos bomberos? Pues en algunos casos, los servicios más grandes, cuentan con "escuela de bomberos" o "departamento o unidad de formación" con un responsable al frente que asume esta responsabilidad y se les forma con posterioridad a la aprobación de la fase teórica de su oposición, obteniendose resultados aceptables. Disponen de instalaciones, equipos, textos y material didáctico adecuado y personal propio para la instrucción. En algunos casos con periodo de prácticas en intervención en los turnos de guardia.

En los servicios medianos lo afrontan con mayores dificultades, siempre con gran esfuerzo de las jefaturas y mandos intermedios que, por lo general,  componen el profesorado de los cursos. Los cursos de formación pueden oscilar entre una duración de uno a seis meses.

Y en los servicios más pequeños, pues se hace lo que se puede (tengamos en cuenta que hay 46 servicios de bomberos de menos de 50 miembros, donde desarrollar acciones formativas de cierta envergadura es prácticamente imposible). Aunque a los sindicatos y plataformas de bomberosse les llene la boca hablando y defendiendo la profesionalidad de sus afiliados, lo cierto es que en muchos servicios no se cumple ninguno de los requisitos que hemos mencionado para lograr la profesionalidad de sus miembros. Todavía, hay quienes al día siguiente de aprobar la oposición deben incorporase a las guardias como “profesionales” quedando la formación a cargo de sus compañeros de turno. Esto, que hace muchos años era el habitual sistema de formación, adquiriendo las destrezas profesionales a base de horas de intervención, ya no funciona así. Tanto el número de guardias como el número de intervenciones y su dificultad ha descendido enormemente por lo que no es posible formarse mediante la práctica en intervenciones reales.

Sea como fuere, este sistema interno de formación supone un gran esfuerzo de las administraciones, pues cada servicio de bomberos, no especializado en docencia, ha de elaborar programas, reclutar profesorado, impartir clases, evaluar, seleccionar, etc., todo ello detrayendo personal propio de las tareas operativas. Además, el periodo de formación de los bomberos de nuevo ingreso supone un elevado coste económico pues los aspirantes son retribuidos por la administración durante su periodo de formación. Otras veces, ocurre que el personal que se forma es interino por lo cual, después de haber sido formado en un servicio se presenta a otras oposiciones de bomberos y se marcha, y cuando ingresa en otro cuerpo de bomberos, después de haber sido formado en una administración, se le vuelve a formar en un nuevo curso similar al que ya superó en el servicio anterior. E incluso cuando obtiene plaza fija en el mismo servicio en el que ha estado interino se le vuelve a impartir el mismo curso, pues el curso de nuevo ingreso forma parte del proceso selectivo. (Todo esto, además de ser absurdo, supone un auténtico despilfarro).

Formación de mandos
Lo mencionado para los bomberos de nuevo ingreso es más grave aún para los mandos. Empezando por los criterios de selección para la oposición de ascenso que suelen ser cerrados, restringidos y endogámicos. He visto convocatorias de ascenso (cabo o sargento) en que los temas y contenido para la oposición son los mismos que para los bomberos. Y si es difícil para muchos servicios organizar cursos para unos cuantos nuevos bomberos, que podemos decir de organizar un curso de formación para uno o dos mandos. Muchos de los muy buenos mandos que tenemos en este país se han ido formando gracias a la autoformación y con un un gran esfuerzo personal.

Así pues, podemos concluir que no siempre el resultado del proceso de formación es de calidad, y por lo tanto el nivel de profesionalidad es mejorable. Estas carencias, en principio, son consecuencia del modelo español de Bomberos, no son atribuibles al personal, y son responsablidad de las administraciones titulares de los servicios.

(En la segunda parte de este artículo nos plantearemos el reto de esta formación en el futuro).

Publicado el 7 de noviembre de 2014

lunes, 27 de octubre de 2014

Muertos por incendio en los pueblos


En el estudio “Víctimas de incendio en España 2011” elaborado por la APTB y la FUNDACIÓN MAPFRE se analizó una nueva variable que no había sido considerada en los estudios anteriores. Me refiero al tamaño de las ciudades en que ocurren las muertes por incendio y explosión.
 
Para eso se realizó una clasificación de las poblaciones españolas en función del número de habitantes. Se establecieron los siguientes siete rangos: menos de 1.000 habitantes, de 1.000 a 5.000 hab., de 5.000 a 20.000 hab., de 20.000 a 50.000 hab., de 50.000 a 100.000, hab., de 100.000 a 500.000 hab. y más de 500.000 habitantes. Una vez realizado esto y asignado el número de víctimas mortales por incendio a cada tramo de población se obtuvieron los resultados que se recogen en el gráfico siguiente, observándose que estos datos absolutos no aportaban ninguna información relevante.

 


Por tanto, se consideró que para obtener un indicador adecuado y útil habría que calcular el índice de muertos por millón de habitantes para cada rango poblacional. Esto se presentaba un poco más laborioso y para ello que hubo que conseguir los datos del número de habitantes que tenía cada uno de los tramos y correlacionarlo con el número de muertos. Los resultados, que se muestran en el siguiente gráfico del “Índice de muertos por millón de habitantes según el tamaño de la población”, fueron reveladores.


Resulta curioso observar en el gráfico, cómo el índice de muertos por millón de habitantes aumenta de forma progresiva según disminuye el tamaño de la población. Aunque quizás algunos pudieran haber intuido este fenómeno, nunca antes habíamos tenido esta certeza de forma estadística.
 
A la vista de los resultados expuesto podemos afirmar con rotundidad que desde el punto de vista de la seguridad contra incendios vivir en una pequeña población, menor de 1.000 habitantes, es mucho más peligroso que vivir en una gran ciudad: exactamente se tienen cinco veces mayor riesgo de morir en un incendio en un pueblo que una gran capital. Como se aprecia claramente ya en las ciudades de menos de 20.000 habitantes aumenta este riesgo, pero en las de menos de 5.000 habitantes el riesgo se duplica y en las poblaciones de menos de 1.000 habitantes se dispara.

Este hallazgo ha de tener una gran repercusión en los servicios de bomberos, especialmente en los más sensibles a la sociedad que protegen, y que cuentan con departamentos de prevención de incendios o desarrollan campañas de prevención para la población. También para las agrupaciones de voluntarios de protección civil muy arraigadas en el ámbito rural que suplen con su actividad altruista lo que no hacen muchos bomberos profesionales: prevención. Todos aquellos que, entre sus tareas, desarrollen campañas de información a los ciudadanos habrán de tener esto presente. La divulgación en materia de prevención de incendios se debe dirigir en primera instancia hacia los sectores de población más vulnerables, pues ahí es donde obtendremos la mayor eficiencia de nuestras acciones preventivas. Y aquí hemos identificado un gran sector de población que tienen mayor riesgo: los habitantes de las poblaciones de menos de 1.000 habitantes. Así que cuando se planifiquen las campañas de divulgación tengamos esto en cuenta: empecemos por los pueblos.

Con campañas de prevención en los pueblos y ciudades más pequeñas para educar a sus habitantes en cuestiones relacionadas con los riesgos de incendio, no solo conseguiremos que haya menos incendios sino reducir sus efectos.

Un ejemplo de lo que estoy diciendo es la campaña de prevención lanzada por el Consorcio de Bomberosde Valdeorras en Ourense sobre la limpieza de chimeneas con la distribución de 3.000 trípticos, o el anuncio de la Diputación de Castellón en la presentación de la Semana de la Prevención de Incendios que los mayores de 70 años que vivan solos en los pueblos de Castellón pueden solicitar que los bomberos les instalen un detector de incendios. Este es el cambio de paradigma para transformar un modelo de bomberos pasivos en un modelo de bomberos preventivos al servicio de la comunidad.

Publicado el 27 de noviembre de 2014

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