Hemos
partido del principio de que una de las razones fundamentales de elaborar la
memoria es dar cuenta a los ciudadanos contribuyentes de cuál es la
organización que hemos dispuesto para prestarles el servicio, qué actividades realizamos,
cómo las realizamos, de qué medios disponemos y cuánto les cuesta. Una vez
elaborada nuestra memoria de actividades, analicemos ahora que difusión hemos de
realizar.
Para cumplir con este fin de información,
creo lo mejor, considerar que la divulgación de la memoria de actividades forma
parte del proceso de transparencia en qué están inmersas las administraciones
públicas, desde la aprobación de la Ley
19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y
buen gobierno por la que se reconoce y garantiza el
acceso a la información y establece las obligaciones de buen gobierno que deben
cumplir los responsables públicos así como las consecuencias jurídicas
derivadas de su incumplimiento.
Información pública
Por una parte hemos de divulgar la memoria como una obligación de información que tiene nuestro servicio público hacia todos los ciudadanos garantizando así el derecho a la información (como dice la Ley de Transparencia). Se trata de una exigencia de responsabilidad para todos los que desarrollamos actividades de relevancia pública. Eso responde a una demanda social de claridad en los asuntos públicos, y no solo en la gestión política, también en la gestión técnica.
Difusión Técnica
Y además es importante realizar la máxima difusión
técnica a todos aquellos que nos interese que conozcan mejor y con más
detalle las actividades que desarrollamos.
Para lograr la máxima difusión de la memoria se debe
repartir profusamente:
- en nuestra
administración
- en otras
administraciones
- a los servicios
homólogos
- a todos aquellos
que tengan relación con nuestra actividad
- a las organizaciones
de emergencia y protección civil
- a los medios de
comunicación
- a las escuelas
técnicas y facultades universitaria
Difusión
interna
Pero no solamente hemos de preocuparnos de su divulgación
hacia el exterior. Creo que existe un concepto equivocado sobre el término
difundir, pensando que es algo que se hace hacia fuera, como si los de dentro no
debieran ser informados.
Creo que los primeros que tienen que saber lo que pasa en
nuestra organización son los miembros de la plantilla. Las estadísticas
elaboradas con regularidad deberían ocupar un lugar preferente en los tablones de anuncios de
bases y parques. Y por supuesto, todos los miembros de la plantilla deberían tener acceso
inmediato a todos los datos de la memoria de actividad.
No comparto la idea de mantener secretos y ocultos todos los datos de la memoria de actividades del año anterior hasta que el político
realice la presentación oficial. Eso supone una utilización política de los
datos de un servicio que deben ser públicos en todo momento. Como ya he dicho,
considero muy oportuno que los datos estadísticos de la actividad sean divulgados
a nivel interno, tan pronto como se obtienen.
Malas
prácticas
Hay unas cuantas malas prácticas
con las memorias de actividades que debemos evitar:
1.- La primera es realizar una
memoria que solo nosotros entendemos y que en manos de los ciudadanos no es comprensible.
2.- A veces la entidad titular
del servicio, pongamos por caso un ayuntamiento, se limita a poner en su página
web un resumen de la memoria que coincide con la nota de prensa que ha
entregado a los medios de comunicación
el día que se hacía la presentación oficial de la memoria, con los datos que se
querían resaltar. Eso no es ser transparente, es tan solo apariencia de transparencia,
o sea un espejismo.
3.- No recoger los datos económicos del servicio es uno
de los fallos más frecuentes. No es posible realizar una gestión eficiente sino
sabemos lo que cuestan a los ciudadanos los servicios que prestamos.
4.-Una gran perversión es pensar que los datos que
manejamos son propiedad exclusiva del servicio; no es así. Los datos que maneja
un servicio público son públicos, naturalmente con las restricciones y cautelas que
establezca la LOPD, y por lo tanto hay que procurar que estén accesibles a los
ciudadanos. Los datos pertenecen a los ciudadanos. Aunque es todavía más grave
considerar que los datos pertenecen al jefe o al político responsable.
5.- Claro que lo peor de todo, es no realizar la memoria. Aunque nos pueda parecer extraño, esto es
mucho más frecuente de los que algunos pueden pensar, y los responsables ni tan
siquiera se sonrojan.
Estamos tan acostumbrados a que nuestras informaciones
estén ocultas a la sociedad, que nos parece raro que algunos datos, como nuestros sueldos estén
expuestos a los ciudadanos, pero debemos entender que son quienes nos pagan y
son ellos los primeros que tienen que saberlo. También las horas extras y/o
pluses -si esto fuese público en algunos servicios no se darían algunos abusos
(me cuentan que en una capital del sur de España se pagaron 5 millones de euros
en horas extras en un año y en otro servicio insular repartieron 2 millones de
euros en horas/guardias extras)-. Si los ciudadanos lo supiesen seguro que se
atajaban estos despilfarros.
Conclusión
La información pública, de la que forma parte nuestra
memoria de actividades con su recopilación de datos y sus exposiciones, ha de
circular libremente por todos los canales, constituyendo un mecanismo no solo
de información sino de supervisión y control de nuestra gestión por parte de la
sociedad a la que debemos servir.
Publicado el 29 de septiembre de 2015
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