A propósito de la designación, hace un par de meses, de
Ralph Terrazas, el primer hispano como Jefe del Servicio de bomberos de la
ciudad de Los Ángeles de California, en Estados Unidos de América, me parece
interesante hacer un comentario sobre algunos hechos que rodearon dicho
nombramiento.
El Servicio de bomberos deLos Ángeles (LAFD -Los Ángeles Fire Department-) es el tercer servicio de
bomberos municipal después de Nueva York y Chicago, tiene una plantilla de
3.200 personas, 102 parques y 1.100 intervenciones diarias (el 83% son
asistencias sanitarias) para atender una población unos 4 millones de
habitantes, incluyendo el puerto y el aeropuerto.
Últimamente es frecuente que el nombramiento de jefes de los
cuerpos de bomberos las ciudades en esa nación recaiga en hispanos; esto
empieza a ser algo habitual en la medida que los afroamericanos y latinos se
han venido incorporando desde hace décadas a las plantillas de los servicios de
bomberos. Pero, no es esto lo que quiero destacar en este artículo, sino la
actitud del jefe Terrazas ante el nombramiento por parte de su comunidad
para hacerse cargo de sus nuevas
responsabilidades.
Como si de un programa electoral se
tratase, a modo de compromiso con los miembros del Consejo municipal que le
habían nombrado por unanimidad, expuso su declaración de intenciones. Tras afirmar
“No los voy a
decepcionar, sino que voy a hacer que se sientan orgullosos de mi trabajo”, se
comprometió a contratar más mujeres y jóvenes y a modificar las prácticas de
reclutamiento que han llevado a que ahora solo tengan un 3% de mujeres bomberas. Así mismo, se pronunció en
contra de la externalización del servicio de ambulancias alegando que eso supondría
una importante pérdida de ingresos para el departamento y expuso las Metas que
han de conseguir en el servicio de bomberos de la ciudad ordenadas de esta
manera:
Meta 1.- Desarrollar una
organización para administrar y gestionar los recursos del Departamento con
eficacia.
Meta 2.- Desarrollar un sistema para reducir al mínimo el impacto de
los desastres y otras emergencias sobre las vidas y las propiedades.
Meta 3.- Proporcionar un eficaz
sistema de servicio médico de emergencia.
Meta 4.- Proporcionar un sistema eficaz de Prevención de incendios y de
Seguridad pública.
¡Qué envidia! Esto, que parece que tiene cierta lógica, es
España es ciencia ficción. Sin entrar a analizar el contenido de estas metas
quiero llamar la atención sobre el hecho de poder exponerlas públicamente.
Imaginemos por un instante que esto ocurriese en una ciudad española, y que en
la rueda de prensa en que el Alcalde presenta al nuevo jefe de bomberos, este
tomase la palabra para prometer que va a cambiar los requisitos de acceso al
cuerpo, que va a meter más mujeres y que expusiese a los medios cómo va a
gestionar y organizar el servicio de bomberos. ¿Qué ocurriría? Pues me temo que habría
provocado su cese fulminante por haber invadido funciones y competencias
políticas y sindicales que en España le están vetadas.
Este fenómeno, en el cual los directores técnicos se ven
permanentemente relegados, se debe a que las funciones más elementales de
gestión han sido expropiadas por los políticos a los funcionarios técnicos
cualificados en lo que podemos denominar “intromisión
política en las funciones técnicas de dirección”. Sin duda, esto también
forma parte de la “partitocracia” que se caracteriza por la invasión de los
partidos políticos de todas las esferas de poder, acaparando toda la soberanía
en todos los ámbitos.
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