La tragedia es que no pueda haber un punto de encuentro
entre ambas posturas. Si es cierto que se puede hacer una gestión más eficaz y
más barata ¿por qué no se hace? ¿Por qué no lo intentamos desde la
administración? Advierto que se trata de una pregunta retórica pues no espero
respuesta. Conozco suficientemente la administración para saber que este es un
problema sin solución. Se han realizado muchas externalizaciones y muchas de
ellas son irreversibles, por ejemplo la custodia de edificios que antes
realizaban los policías públicos y ahora empresas privadas y no veo que ningún
sindicato solicite el rescate de esos puestos de trabajo; ni veo que un portero
recogedor del número del DNI en una garita o portería tenga que ser funcionario y llevar pistola, y también tengo dudas sobre que en unos
cuantos edificios públicos sea necesario realizar esa tarea, que a muchos
ciudadanos (y lo comparto) proporciona más sensación de inseguridad que de seguridad.
Decálogo
para la privatización
Este Decálogo podría formar parte de un Manual sindical para la externalización de servicios públicos. Aplicando siempre los principios de este decálogo
imaginario comprobaremos que si lo llevamos a rajatabla nos conducirá indefectiblemente a una
externalización; a corto, medio o largo plazo, pero llegará.
1. Aplicar siempre el principio de que a los funcionarios
nos pagan por ir al trabajo, no por trabajar.
2. Los servicios públicos están para servirnos: “A
nosotros los primeros”.
3. Es mejor que suban los impuestos a todos que
recortarnos privilegios.
4. El voto en las elecciones sindicales, confiere
al sindicalista electo de forma automática un MASTER en organización y gestión
de la administración y en administración empresarial por lo que tiene más conocimientos
y ha de tener ante los empleados más autoridad que el jefe. En caso de controversia
entre dos propuestas, la de sindicato tiene más peso porque son los
trabajadores los que conocen su trabajo.
5. Todas las propuestas de la Dirección serán
rechazadas. Cualquier cambio propuesto, aunque sea bueno, será rechazado de
entrada, por si acaso nos puede perjudicar en algo.
6. Mi jefe, lo es por enchufe, y yo estoy por
mérito (aunque me haya enchufado mi jefe).
7. Aunque no tengamos nada que hacer, nunca
aceptaremos más trabajo cobrando lo mismo.
8. No a la flexibilidad: nunca haremos el trabajo
de nuestro compañero; que contraten a otro para sustituirlo.
9. Nos podrán congelar el sueldo, y así tendremos
argumentos éticos para rendir menos; pero jamás permitiremos que nos aumenten el
trabajo.
10. Sean cuales sean la circunstancias, nunca desaprovecharemos
una oportunidad de quejarnos.
En caso de duda en cualquier interpretación aplíquense de
oficio los puntos primero, segundo y tercero.
Si alguno de los puntos de este decálogo no fuera de
aplicación en alguno de los puestos de funcionario, se puede sustituir por alguno de los de reserva.
11.
Cualquier funcionario de base (por ser
funcionario) sabe tanto de organización como el Jefe y por lo tanto lo haría
mejor que él.
12.
Si te das cuenta que algo se está haciendo mal:
Nunca lo digas por si acaso te lo mandan hacer a ti.
13.
Hacer todo lo que manda un jefe es una
humillación.
14.
Hacer huelgas de tal manera que todos sigamos
cobrando el mismo sueldo.
15.
Aunque me lleve bien con el jefe y le haga la
pelota, el jefe es “siempre” un cabrón.
16.
El trabajo de los jefes es inútil, no sirve para
nada; si no viniesen a trabajar ni se notaría.
17.
Al vago, nunca se le manda hacer ningún trabajo,
porque nunca lo hace. Mejor mandárselo hacer a alguien más dispuesto.
18.
La prioridad de los jefes deber ser atender
nuestras necesidades no las de los ciudadanos.
19.
Siempre sabemos de que departamentos hay que
reducir personal, pues se ve que sobran, pero jamás de nuestro departamento.
20.
Nunca haremos ninguna tarea para la que no se
nos ha contratado, por ejemplo: encender o apagar las luces de la oficina.
Y para finalizar tengamos siempre presente nuestra inmunidad y que somos INDESPEDIBLES.
Y para finalizar tengamos siempre presente nuestra inmunidad y que somos INDESPEDIBLES.
Las protestas y negativas
Creo que en algunas ocasiones las posturas radicales
de los sindicatos obligan a las administraciones a externalizar algunas
actividades. Esto no es nada nuevo, hay ejemplos por doquier. A veces las
protestas y las negativas a desempeñar tales o cuales tareas no resuelven el
problema sino que lo enquistan y llevan a la administración o a sus gestores a adoptar soluciones que aunque no sean
mejores suponen una salida necesaria al bloqueo que se ha producido. En estos
casos, propongo que hay que dejar de ser fundamentalistas, no pensar que
siempre se tiene la razón, y medir las consecuencias de los actos. Y no
dejarnos arrastrar por los que más gritan, que a veces tienen intereses
personales ocultos. Los órdagos a veces se pierden. Muchas veces es mejor un
mal acuerdo que una derrota.
En las revisiones que se están realizando en la Directiva
europea del Tiempo de Trabajo (Directive
2003/88/EC concerning certain aspects of the organisation of Working Time) se hace referencia a la
claúsula Op-Out en virtud de la cual
empresarios y trabajadores pueden pactar de mutuo acuerdo condiciones diferentes
a las que son obligadas por la legislación. Creo que esta cláusula puede
aportar la flexibilidad necesaria para que puedan ser pactadas dentro de la
legalidad determinadas condiciones diferentes a las establecidas en la
legislación vigente con el fin de evitar externalizaciones. Así lo están
haciendo ya en Europa y supongo que algún día se podrá hacer también en España. ¡Ojalá!
Consideraciones
Creo que la administración puede prestar servicios de
gran calidad pero no debería haber un divorcio entre los trabajadores que son funcionarios y quienes no
lo son. La brecha entre los funcionarios y el resto de los trabajadores de la
sociedad es cada día mayor. Los sindicatos –teniendo las mismas siglas- son incapaces
de defender en la calle para los trabajadores que representan, las condiciones
laborales privilegiadas que defienden en la administración para los
funcionarios. Naturalmente los políticos lo aceptan, porque no son los dueños
de la empresa, porque el dinero no es suyo: disparan con pólvora del rey; y en
parte porque muchos son funcionarios y se beneficiarán toda la vida de ello. Si
todo el país tuviese las mismas condiciones laborales que los funcionarios, el
país se iría a la ruina en muy poco tiempo. No conozco ningún sindicalista o político
que tenga una empresa y que mantenga y respete para sus trabajadores las condiciones
laborales del funcionariado.
En una sociedad en que cada vez hay más desequilibrios,
los funcionarios no debemos ser un factor más de las desigualdades sociales: en
jornada laboral, en salarios, en vacaciones, en estabilidad en el empleo, etc….
No me parece aceptable que los funcionarios tengamos una jornada semanal de 35
horas y todos los demás 40 horas (Estatuto del trabajador), que los
funcionarios tengamos más de dos meses de vacaciones o libranzas al año, y los
trabajadores del mercado libre, solo un mes. Sí, he dicho bien, dos meses: vacaciones,
más días de convenio, más días de asuntos particulares (moscosos), más días de
conciliación, más días por antigüedad, a lo que se le pueden sumar días por
autoformación; en algunos casos se pueden superar las 10 semanas. Lo más triste para los funcionarios, es que en vez de disfrutar de los beneficios de esa situación, una gran parte de ellos están siempre quejándose.
NOTA DEL AUTOR: Este artículo no está redactado
con el fin de defender la privatización de servicios públicos ni la gestión
privada o gestión indirecta de los servicios públicos. La eficacia en la
gestión no depende de si quién gestiona es una empresa o una administración,
sino de quiénes son las personas que lo hacen, y cómo lo hacen, sus
conocimientos, su preparación, su cualificación, su entrega, su honestidad, se
dedicación, etc. No creo que nadie se atreva a decir en este país que la
medicina privada es mala o es peor o menos eficaz que la medicina pública por el hecho de ser privada. ¡Por ejemplo!
Cualquier parecido
de esta ironía con la realidad puede tener muchos visos de similitud
Publicado el 19 de abril de
2016
Creo que se puede añadir muy poco a tu exposición, no creía poder llegar a leer un discurso de este tipo, máxime en los tiempos que corren. Mi opinión es que, al margen de la lógica ajustada que empleas y de que es radicalmente pragmático y contextualizado, no se te puede negar la valentía en tu discurso y la objetividad del mismo. Por mucho menos han linchado a más de uno que se ha convertido en diana de quienes no admiten límites de ningún tipo para sus pretensiones, cuando estas operan al margen de toda realidad social. Por desgracia son demasiados los buenos profesionales que si que tienen conciencia de lo que es su trabajo, qué es lo que da sentido al mismo y con qué y porqué se sienten recompensados cada día con lo que hacen, pero estas voces, aún siendo mayoritarias, no son las que se dejan oir. Tengamos en cuenta que los recursos materiales, humanos y económicos de los servicios de bomberos emanan de quienes servimos (aunque este aspecto haya desaparecido del discurso cotidiano y sea el motivo real de nuestra existencia y trabajo)y a muchos ciudadanos les supone un verdadero calvario aportar y mantener aconomicamente con sus impuestos nuestros servicios.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Alberto,
ResponderEliminarSon muchos los profesionales que no se atreven a expresar publicamente su opinión para no ser represaliados desde arriba, desde abajo y por los lados.
De los más de 100 artículos que he publicado en el blog (este es el 112)este es con mucha diferencia el menos twiteado y compartido en redes, lo que me indica el temor que muchos tienen a los sindicatos en la administración. Se habla mucho del poder de los políticos, pero la mayoría de los funcionarios temen más a los tejemanejes de los sindicatos o sindicalistas.
Un saludo,