martes, 24 de mayo de 2016

Conflictividad en Bomberos (II)

En esta segunda entrega vamos a repasar las principales causas de movilización que han generado en los servicios de bomberos la mayor parte de la conflictividad, lo que según mi opinión perjudicará seriamente la imagen de los servicios de bomberos a medio plazo.

Estas son algunas de las causas, actitudes y características de las protestas y movilizaciones sindicales que han producido más conflictos en los servicios de bomberos en los últimos años.

La reivindicación económica
La causa más común de las protestas es la reivindicación económica. En muchos casos, se reivindica un salario digno lo que es perfectamente legítimo y va con la naturaleza humana el deseo de progresar social y económicamente. Aunque muchas veces es una reivindicación no declarada, e incluso negada expresamente, la mayoría de las veces, si se busca bien, se encuentra una reivindicación económica detrás de la pantalla reivindicativa que se exhibe en las pancartas.

Por ejemplo, cuando los bomberos de un sistema externalizado de gestión indirecta, dicen “RESCÁTANOS” realmente quieren decir “QUEREMOS SER FUNCIONARIOS: GANAR MÁS y TRABAJAR MENOS”.

Cuando algunos bomberos de una ciudad protestan porque en los pueblos de alrededor han puesto un sistema de bomberos voluntarios o  voluntarios de protección civil, en realidad protestan porque cuando realizan salidas fuera de su término municipal cobran por ello y la existencia del voluntariado les perjudica en sus ingresos económicos. NO es que estén en contra del voluntariado, están en contra de que les reduzcan sus ingresos habituales.

Las 24 horas
Esta demanda que tantas movilizaciones ocasionó el siglo pasado ha dejado de serlo pues ya casi todos los servicios españoles tienen este régimen de jornada laboral de guardias de 24 horas consecutivas. Como se mencionaba en el punto anterior, detrás de la reivindicación de la jornada laboral de 24 horas continuadas, además del deseo de gozar del enorme privilegio de ir al centro de trabajo 65 días y tener 300 días libres al año, supone que con tantos días libres es posible dedicarse a otra actividad económicamente productiva lo que puede suponer duplicar los ingresos salariales. No obstante como se ve en la foto (reciente), en algunas zonas se mantienene la reivindicación. Aunque en la mayor parte del mundo y de Europa la mayor parte de los parques de bomberos están cerrados por la noche, en España se está implantado la costumbre de que todos los parques de bomberos tienen que estar abiertos siempre, las 24 horas de todos los días del año, aunque no haya acatividad que lo requiera, ni lo justifique. Algo así, como si se mantuviesen abiertos por las noches todos los centros sanitarios ambulatorios (por si acaso).

Alguna protesta como la que ha habido recientemente en Euskadi en contra de la Ley de Bomberos, que regulaba además de los bomberos funcionarios profesionales, los bomberos de empresa, los voluntarios y los bomberos de guardias localizadas o a tiempo parcial, iba en realidad contra el temor de que si se implantasen esos modelos más  flexibles, podría estar en peligro para algunos bomberos las guardias de 24 horas. Evidentemente en algunos parques de zonas rurales que no están abiertos de noche, están a gurdias de 12 horas, por lo que en vez de ir a 60 o 65 guardias al año, se va 120 o 130 días anualmente al parque, lo que sindicalmente se considera como un grave perjuicio.

En otro artículo me atreveré a tratar este espinoso asunto, sobre el que casi todo el mundo pasa de puntillas.

Pedir ser más plantilla
Una de las curiosidades que se da en los servicios de bomberos es la protesta por ser pocos. Existe una reivindicación sindical permanente por ser más. Es realmente algo inusual, no estamos acostumbrados a ver manifestándose los soldadores de un astillero o los trabajadores de una industria automovilística protestando porque quieren ser más. Sin embargo, se está convirtiendo en un clásico en los servicios de bomberos. Esto, que en principio puede ser el resultado de una sana preocupación por la seguridad de los ciudadanos, no deja de ser una intromisión en tareas que no les corresponde.

No son los sindicatos los que tienen que organizar los servicios públicos de emergencias, ni decidir dónde han de estar los parques, ni en qué horario, ni cuánta plantilla debe haber, ni qué funciones deben tener, ni cuántos hay de guardia, ni cuál es la jornada laboral.

Naturalmente que los representantes sindicales podrán expresar sus ideas y deberán ser escuchados, pero todo esto no debe ser objeto de negociación: es responsabilidad política exclusiva. No me gustaría que el urbanismo de mi ciudad lo decidiesen los sindicatos de los albañiles. No son los jardineros del ayuntamiento los que deciden donde se ponen los parques y jardines, ni qué flores hay que plantar este año. Para eso están sus jefes. Para eso se elige a los políticos, que deben contar con jefaturas capaces y expertas en gestión de servicios públicos -no un jefe, sino un equipo directivo-. El objetivo es prestar el mejor servicio a los ciudadanos, no al funcionario; no nos equivoquemos. Desde el servicio de bomberos no debemos decidir si tiene que haber menos maestros, o menos médicos, o menos trabajadoras domiciliarias, o menos comedores sociales, para que haya más bomberos; esa es una responsabilidad política.

Pulsos político-sindicales

En algunos casos las movilizaciones responden a pugnas político-sindicales que se revisten de alguna reclamación de tipo socio-laboral cuando en realidad nada tienen que ver las condiciones laborales. Se pueden atisbar distintas modalidades:

- Movilizaciones políticas, azuzadas por la oposición en contra del partido en el gobierno. Suelen ocurrir en épocas previas a las elecciones y pasadas estas se desinflan. La plantilla debería darse cuenta de ello y no participar en movilizaciones en estas fechas.

- Luchas de hegemonía entre sindicatos. Se trata de demostrar quién es el sindicato más combativo y tienen como fin ganar imagen, afiliados y cuota sindical. También suelen ocurrir en vísperas de elecciones sindicales, aunque cualquier momento puede ser bueno si encuentran una buena excusa.

- Pulsos de poder en la administración. A veces los sindicatos rivalizan en poder con los partidos políticos que gobiernan una institución y organizar una protesta de Bomberos es una buena manera de instrumentalizar esta pugna. Suelen perseguir el debilitamiento político ante los ciudadanos de quien se enfrenta a un sindicato o pretende arrebatarle cuota de poder o capacidad de gestión.

- Pulsos de poder contra la dirección o la jefatura técnica. Muchos servicios de bomberos españoles son dirigidos por los sindicatos o sindicalistas de una manera pseudo asamblearia y cuando el líder sindical dominante ve en peligro su poderío la trifulca está servida. Se trata de una lucha desigual por la supremacía, pues el director o jefe está nombrado por libre designación, pudiendo ser removido, mientras que el sindicalista es inmune e indespedible.

En estas movilizaciones la plantilla/los bomberos pueden ser manipulados tanto por los políticos como por los sindicatos para el logro de sus fines.


Las formas
Otra de las características exclusivas de las movilizaciones de bomberos son algunas de las formas utilizadas que resultan inéditas en otros sectores laborales. Veamos las principales:

Pedir dimisiones
Un clásico de las protestas bomberiles es pedir la dimisión del alcalde o del diputado y del jefe de servicio. ¡Cuántas veces los sindicalistas han llevado negligentemente a los bomberos a un callejón sin salida con conflictos innecesarios que han creado tan mal clima laboral que costará una generación superarlo! Es absurdo tomarla contra un Alcalde elegido por las urnas. Por mucho que se le pida la dimisión, eso nunca se logra, ese objetivo es siempre un objetivo político (camuflado de conflicto sindical-laboral-social-reivindicativo) para el que se usa y manipula a los bomberos que caen -casi todos- en la trampa; nunca los bomberos han conseguido que dimita un alcalde. Y encima estigmatizan a los pocos que no participan porque se han dado cuenta de la idiotez que supone.

Pedir la dimisión del jefe de servicio es otro de los rituales reivindicativos en las protestas sindicales. Aquí hay que distinguir entre dos situaciones diferentes: si el jefe de bomberos tiene su puesto por oposición tal petición de dimisión es un brindis al sol pues sería lo mismo que pedir la dimisión a un bombero. Esto no es posible puesto que un funcionario no puede dimitir. En el caso de que el jefe de bomberos haya sido nombrado por el alcalde por su decisión mediante el procedimiento de libre designación, tampoco es fácil conseguirlo; si el jefe de bomberos es amigo del alcalde o lo ha puesto por ser de su partido, no lo cesará. Aunque, si el jefe de bomberos es eminentemente técnico, sin adscripción política, a veces la presión sindical es tanta que el cese, aunque no de inmediato se produce al cabo de un tiempo, como si políticos y sindicatos lo hubiesen pactado en diferido.

Plante a la formación
La formación ha venido siendo, con razón, una reivindicación y una exigencia, y casi nunca ha sido bien atendida. Pero no siempre se ha utilizado bien la demanda. Es verdad que para crear un departamento de formación es necesario contar con profesionales que asistan a trabajar todos los días, cuestión harto difícil de compatibilizar con el régimen de guardias. Y cuando se consigue gente comprometida, las trabas burocráticas de la administración hacen muy difícil la compensación económica de aquellos que deciden realizar un esfuerzo adicional en beneficio de sus compañeros brindándose a ser formadores o instructores.

Lo peor ocurre cuando, después de haber organizado los cursos, por razones que nada tienen que ver con la formación, y sí con perjudicar el servicio, la plantilla decide boicotear la formación no asistiendo a los cursos o presionando a los instructores para que se nieguen a ser profesores de los cursos de formación. Esto que, clarísimamente, perjudica a los bomberos y al servicio de forma  intrínseca, es bastante frecuente y ha provocado a veces la desgracia de que algunos grandes servicios hayan tenido que externalizar la impartición de los cursos que necesariamente habrían de ser impartidos al personal de nuevo ingreso. Un ejemplo de ello ocurrió en la Comunidad de Madrid hace un par de años. Por lo que me ha llegado la experiencia fue lamentable. Es un triste ejemplo de cómo los sindicatos de funcionarios, a veces, obligan a la administración a externalizar un servicio.

Hacer huelga yendo a trabajar
En base al argumento de que no es posible establecer un dispositivo mínimo de guardia menor que el número de bomberos de guardia en un día ordinario, los servicios mínimos para la huelga se establecen con el número máximo de bomberos que asiste cualquier otro día.

Por esta razón, como todos siguen yendo a sus guardias, siguen cobrando el mismo salario estando de huelga a pesar de que muchas veces no realizan algunas actividades como formación, mantenimiento de materiales o salidas que no son urgentes, dándose la paradoja de cobrar lo mismo durante la huelga trabajando menos. Este fenómeno ha provocado que algunas pseudo-huelgas en servicios de bomberos se hayan alargado más de un año, creando brechas de relación institucional casi insuperables y dejando secuelas sociales difíciles de reparar en el colectivo bomberil afectado.

Esta es una de las cuestiones que encrespan mucho a todos los funcionarios de la misma administración que la de los bomberos que se ponen de huelga.


Más causas
Como cada servicio es un mundo, estoy seguro que habrá alguna causa más que no está aquí recogida pero no me equivocaré mucho si afirmo que lo expuesto en este artículo recoge más del noventa por ciento de la conflictividad.


La tercera parte de este artículo se completa con algunos ejemplos de las consecuencias negativas de la conflictividad en los servicios de bomberos.

Publicado el 24 de mayo de 2016

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