Estas
son algunas de las causas, actitudes y características de las protestas y
movilizaciones sindicales que han producido más conflictos en los servicios de
bomberos en los últimos años.
La reivindicación económica
La
causa más común de las protestas es la reivindicación económica. En muchos casos,
se reivindica un salario digno lo que es perfectamente legítimo y va con la
naturaleza humana el deseo de progresar social y económicamente. Aunque muchas
veces es una reivindicación no declarada, e incluso negada expresamente, la mayoría
de las veces, si se busca bien, se encuentra una reivindicación económica detrás
de la pantalla reivindicativa que se exhibe en las pancartas.
Por
ejemplo, cuando los bomberos de un sistema externalizado de gestión indirecta,
dicen “RESCÁTANOS” realmente quieren decir “QUEREMOS SER FUNCIONARIOS: GANAR
MÁS y TRABAJAR MENOS”.
Cuando
algunos bomberos de una ciudad protestan porque en los pueblos de alrededor han
puesto un sistema de bomberos voluntarios o voluntarios de protección civil, en realidad
protestan porque cuando realizan salidas fuera de su término municipal cobran por
ello y la existencia del voluntariado les perjudica en sus ingresos económicos.
NO es que estén en contra del voluntariado, están en contra de que les reduzcan
sus ingresos habituales.
Las 24 horas
Esta
demanda que tantas movilizaciones ocasionó el siglo pasado ha dejado de serlo
pues ya casi todos los servicios españoles tienen este régimen de jornada
laboral de guardias de 24 horas consecutivas. Como se mencionaba en el punto
anterior, detrás de la reivindicación de la jornada laboral de 24 horas
continuadas, además del deseo de gozar del enorme privilegio de ir al centro de
trabajo 65 días y tener 300 días libres al año, supone que con tantos días
libres es posible dedicarse a otra actividad económicamente productiva lo que
puede suponer duplicar los ingresos salariales. No obstante como se ve en la foto (reciente), en algunas zonas se mantienene la reivindicación. Aunque en la mayor parte del mundo y de Europa la mayor parte de los parques de bomberos están cerrados por la noche, en España se está implantado la costumbre de que todos los parques de bomberos tienen que estar abiertos siempre, las 24 horas de todos los días del año, aunque no haya acatividad que lo requiera, ni lo justifique. Algo así, como si se mantuviesen abiertos por las noches todos los centros sanitarios ambulatorios (por si acaso).
Alguna
protesta como la que ha habido recientemente en Euskadi en contra de la Ley de
Bomberos, que regulaba además de los bomberos funcionarios profesionales, los bomberos de empresa, los voluntarios y los bomberos de guardias localizadas o a tiempo parcial, iba en realidad contra el temor de que si se implantasen esos modelos más flexibles, podría estar en peligro para algunos bomberos las guardias de 24 horas. Evidentemente en algunos parques de zonas rurales que no están abiertos de noche, están a gurdias de 12 horas, por lo que en vez de ir a 60 o 65 guardias al año, se va 120 o 130 días anualmente al parque, lo que sindicalmente se considera como un grave perjuicio.
En otro artículo me atreveré a tratar este espinoso asunto, sobre el que casi todo el mundo pasa de puntillas.
En otro artículo me atreveré a tratar este espinoso asunto, sobre el que casi todo el mundo pasa de puntillas.
Pedir ser más plantilla
Una
de las curiosidades que se da en los servicios de bomberos es la protesta por
ser pocos. Existe una reivindicación sindical permanente por ser más. Es
realmente algo inusual, no estamos acostumbrados a ver manifestándose los soldadores
de un astillero o los trabajadores de una industria automovilística protestando
porque quieren ser más. Sin embargo, se está convirtiendo en un clásico en los
servicios de bomberos. Esto, que en principio puede ser el resultado de una
sana preocupación por la seguridad de los ciudadanos, no deja de ser una
intromisión en tareas que no les corresponde.
No son los sindicatos los que tienen que organizar los servicios públicos de emergencias, ni decidir dónde han de estar los parques, ni en qué horario, ni cuánta plantilla debe haber, ni qué funciones deben tener, ni cuántos hay de guardia, ni cuál es la jornada laboral.
No son los sindicatos los que tienen que organizar los servicios públicos de emergencias, ni decidir dónde han de estar los parques, ni en qué horario, ni cuánta plantilla debe haber, ni qué funciones deben tener, ni cuántos hay de guardia, ni cuál es la jornada laboral.
Naturalmente que los representantes sindicales podrán
expresar sus ideas y deberán ser escuchados, pero todo esto no debe ser objeto
de negociación: es responsabilidad política exclusiva. No me gustaría que el
urbanismo de mi ciudad lo decidiesen los sindicatos de los albañiles. No son
los jardineros del ayuntamiento los que deciden donde se ponen los parques y
jardines, ni qué flores hay que plantar este año.
Para eso están sus jefes. Para eso se elige a los políticos, que deben contar
con jefaturas capaces y expertas en gestión de servicios públicos -no un jefe,
sino un equipo directivo-. El objetivo es prestar el mejor servicio a los
ciudadanos, no al funcionario; no nos equivoquemos. Desde el servicio de bomberos no debemos decidir si tiene que haber menos maestros, o menos médicos, o menos trabajadoras domiciliarias, o menos comedores sociales, para que haya más bomberos; esa es una responsabilidad política.
Pulsos político-sindicales
En algunos casos las movilizaciones responden
a pugnas político-sindicales que se revisten de alguna reclamación de tipo socio-laboral
cuando en realidad nada tienen que ver las condiciones laborales. Se pueden
atisbar distintas modalidades:
- Movilizaciones políticas, azuzadas por la
oposición en contra del partido en el gobierno. Suelen ocurrir en épocas
previas a las elecciones y pasadas estas se desinflan. La plantilla debería
darse cuenta de ello y no participar en movilizaciones en estas fechas.
- Luchas de hegemonía entre sindicatos. Se trata
de demostrar quién es el sindicato más combativo y tienen como fin ganar
imagen, afiliados y cuota sindical. También suelen ocurrir en vísperas de
elecciones sindicales, aunque cualquier momento puede ser bueno si encuentran
una buena excusa.
- Pulsos de poder en la administración. A veces
los sindicatos rivalizan en poder con los partidos políticos que gobiernan una
institución y organizar una protesta de Bomberos es una buena manera de
instrumentalizar esta pugna. Suelen perseguir el debilitamiento político ante
los ciudadanos de quien se enfrenta a un sindicato o pretende arrebatarle cuota
de poder o capacidad de gestión.
- Pulsos de poder contra la dirección o la
jefatura técnica. Muchos servicios de bomberos españoles son dirigidos por los
sindicatos o sindicalistas de una manera pseudo asamblearia y cuando el líder sindical
dominante ve en peligro su poderío la trifulca está servida. Se trata de una
lucha desigual por la supremacía, pues el director o jefe está nombrado por libre designación,
pudiendo ser removido, mientras que el sindicalista es inmune e indespedible.
En
estas movilizaciones la plantilla/los bomberos pueden ser manipulados tanto por los
políticos como por los sindicatos para el logro de sus fines.
Las formas
Otra
de las características exclusivas de las movilizaciones de bomberos son algunas
de las formas utilizadas que resultan inéditas en otros sectores laborales.
Veamos las principales:
Pedir dimisiones
Un
clásico de las protestas bomberiles es pedir la dimisión del alcalde o del
diputado y del jefe de servicio. ¡Cuántas
veces los sindicalistas han llevado negligentemente a los bomberos a un
callejón sin salida con conflictos innecesarios que han creado tan mal clima
laboral que costará una generación superarlo! Es absurdo tomarla contra un
Alcalde elegido por las urnas. Por mucho que se le pida la dimisión, eso nunca
se logra, ese objetivo es siempre un objetivo político (camuflado de conflicto
sindical-laboral-social-reivindicativo) para el que se usa y manipula a los
bomberos que caen -casi todos- en la trampa; nunca los bomberos han conseguido que dimita un alcalde. Y encima
estigmatizan a los pocos que no participan porque se han dado cuenta de la
idiotez que supone.
Pedir
la dimisión del jefe de servicio es otro de los rituales reivindicativos en las
protestas sindicales. Aquí hay que distinguir entre dos situaciones diferentes:
si el jefe de bomberos tiene su puesto por oposición tal petición de dimisión
es un brindis al sol pues sería lo mismo que pedir la dimisión a un bombero.
Esto no es posible puesto que un funcionario no puede dimitir. En el caso de
que el jefe de bomberos haya sido nombrado por el alcalde por su decisión mediante
el procedimiento de libre designación, tampoco es fácil conseguirlo; si el jefe
de bomberos es amigo del alcalde o lo ha puesto por ser de su partido, no lo
cesará. Aunque, si el jefe de bomberos es eminentemente técnico, sin
adscripción política, a veces la presión sindical es tanta que el cese, aunque
no de inmediato se produce al cabo de un tiempo, como si políticos y sindicatos
lo hubiesen pactado en diferido.
Plante a la formación
La formación ha venido siendo, con razón, una reivindicación y una
exigencia, y casi nunca ha sido bien atendida. Pero no siempre se ha utilizado
bien la demanda. Es verdad que para crear un departamento de formación es
necesario contar con profesionales que asistan a trabajar todos los días,
cuestión harto difícil de compatibilizar con el régimen de guardias. Y cuando
se consigue gente comprometida, las trabas burocráticas de la administración
hacen muy difícil la compensación económica de aquellos que deciden realizar un
esfuerzo adicional en beneficio de sus compañeros brindándose a ser formadores
o instructores.
Lo peor ocurre cuando, después de haber organizado los cursos, por
razones que nada tienen que ver con la formación, y sí con perjudicar el servicio,
la plantilla decide boicotear la formación no asistiendo a los cursos o
presionando a los instructores para que se nieguen a ser profesores de los
cursos de formación. Esto que, clarísimamente, perjudica a los bomberos y al
servicio de forma intrínseca, es
bastante frecuente y ha provocado a veces la desgracia de que algunos grandes
servicios hayan tenido que externalizar la impartición de los cursos que
necesariamente habrían de ser impartidos al personal de nuevo ingreso. Un
ejemplo de ello ocurrió en la Comunidad de Madrid hace un par de años. Por lo
que me ha llegado la experiencia fue lamentable. Es un triste ejemplo de cómo
los sindicatos de funcionarios, a veces, obligan a la administración a
externalizar un servicio.
Hacer huelga yendo a trabajar
En
base al argumento de que no es posible establecer un dispositivo mínimo de
guardia menor que el número de bomberos de guardia en un día ordinario, los servicios
mínimos para la huelga se establecen con el número máximo de bomberos que asiste
cualquier otro día.
Por
esta razón, como todos siguen yendo a sus guardias, siguen cobrando el mismo
salario estando de huelga a pesar de que muchas veces no realizan algunas
actividades como formación, mantenimiento de materiales o salidas que no son
urgentes, dándose la paradoja de cobrar lo mismo durante la huelga trabajando
menos. Este fenómeno ha provocado que algunas pseudo-huelgas en servicios de
bomberos se hayan alargado más de un año, creando brechas de relación institucional
casi insuperables y dejando secuelas sociales difíciles de reparar en el
colectivo bomberil afectado.
Esta
es una de las cuestiones que encrespan mucho a todos los funcionarios de la
misma administración que la de los bomberos que se ponen de huelga.
Más causas
Como
cada servicio es un mundo, estoy seguro que habrá alguna causa más que no está
aquí recogida pero no me equivocaré mucho si afirmo que lo expuesto en este
artículo recoge más del noventa por ciento de la conflictividad.
Publicado el 24 de mayo de 2016
La tercera parte de este artículo se completa con algunos ejemplos de las consecuencias negativas de la conflictividad en los servicios de
bomberos.
Publicado el 24 de mayo de 2016
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